lunes, 19 de mayo de 2014

Elisabeth Burba y Chango Spasiuk

7mo. Encuentro Internacional de Educación Infantil “Arte en la Primera Infancia: debates teóricos y propuestas didácticas”


“La música popular en la escuela infantil”


Tuve el placer de asistir, el día 10 de mayo, a una conferencia a cargo de Elisabeth Burba y el Chango Spasiuk, coordinada por Claudia Soto.





Elisabeth Burba (Córdoba, Argentina) es profesora de música y licenciada en psicopedagogía; actualmente directora suplente del Conservatorio Superior de Música Félix Garzón.


Ella comienza la conferencia diciendo que el título de la mesa la lleva a pensar en tres conceptos difíciles, controvertidos, con acepciones y concepciones cambiantes a través del tiempo:

·         Lo popular, a veces usado como sinónimo de lo tradicional, también de lo popularizado, de lo folklórico. Elisabeth pregunta ¿Todo lo popular es tradicional? ¿Todo lo tradicional es popular? ¿Popular es folklórico? ¿Cuál es la acción del mercado que populariza un producto? ¿Qué reciben nuestros niños bajo la concepción de música popular?
 ·         Lo infantil, que conlleva a plantearnos concepciones de infancia; una concepción que ha cambiado a través del tiempo, no sólo en el ámbito pedagógico.
 ·         La Identidad Cultural.
 


Continúa explicando que la canción emerge como lo que es, “un hecho cultural”. Pero muchas veces la convertimos en una canción funcional, repetida a veces al descuido, con un tono enfático, “la lavamos de significación”. Por ejemplo el cambio de letra de “Aserrín Aserrán”, por el de “A guardar, a guardar”


Elisabeth desmitifica lo que se dice acerca de la duración de las canciones para niños, justifica diciendo que los niños tranquilamente pueden cantar canciones enteras de María Elena Walsh, o de cualquier artista del momento, motivo por el cual no es necesario buscar canciones cortas para llevárselas a los niños.


Otros interrogantes que plantea son: ¿Siempre tenemos que enseñar algo con la canción? ¿Y el cantar por cantar, y compartir? Ella dice que con estas preguntas comenzó a pensar en la música de su infancia. Esos tiempos tan disfrutados y compartidos que le parecía que los chicos necesitaban. Entonces recordó las rondas, los juegos, y comenzó a organizar su repertorio con la colaboración de las familias. Luego empezó a suceder algo que llama “apropiación del repertorio”, y se dio cuenta de que si no receptaban esas canciones era por cómo se las estaban presentando. Entonces apareció la “contextualización del repertorio”, esa construcción, reconstrucción y recreación significativa de los contextos de donde emergen las canciones, como hechos culturales. Empezaron a buscar informantes, convocaron a una empleada doméstica oriunda de Jujuy, a un portero, a una chica venezolana, etc. Y comenzó a suceder algo que tenía que pasar. Como maestros, el enriquecimiento de su propio aprendizaje sobre aspectos referidos a contextos culturales, (una información que no siempre la brinda el sistema de formación); la revalorización, en el ámbito escolar, de personas de la comunidad. Cuenta que ellos podían aportar un bagaje cultural desvalorizado hasta por ellos mismos.


Burba dice que podemos caer en errores muy grandes por desconocimiento de términos y de contexto. Da el ejemplo de un niño que le pregunta a su maestra qué era el lagar (término utilizado en una canción), a lo que la docente responde con una seguridad absoluta “es como un lago grande”. Utilizando este ejemplo dice que debemos tener mucho cuidado con estas cuestiones.


Luego da a conocer que realizó un trabajo llamado “El canto que la escuela se perdió”, todo el folclore de los años ’60 y los ’70 que por distintas razones sociopolíticas no ingresó a la escuela, pero que es riquísimo. Entonces recopiló cien canciones entre las que describen el paisaje, los oficios perdidos y canciones de cuna o de algunos personajes fuertes de la historia argentina. 

Cuenta que este trabajo presentado en congresos tuvo sus críticas. Algunos decían que los niños no podían cantarlo, que era muy difícil, etc. La autora afirma que es cierto que los niños no pueden cantar todo, pero considera que lo que no pueden cantar son aquellas canciones  que son pobres, con falta de riqueza poética o musical, o letras inapropiadas, con un fuerte contenido erótico.

Remarca el valor de la copla con la que se pueden hacer infinidad de cosas en el jardín. Además, habla de la importancia que tiene que las maestras de primeros grados sigan con un ratito de canciones de cuna, de descanso, que se articule el Jardín con la Primaria y no realicen un corte abrupto. 


Finaliza diciendo: “Sigamos cantando mucho, pero pensando qué, cómo y para qué” 


Y con esa calidez y ternura que transmite tanto al hablar como al cantar, comparte una frase que dice:Ahora voy a hablar del horizonte, no importa que sea lejos, importa saber adónde                                                                    

    Armando Tejada Gomez  


A continuación comienza a hablar el Chango Spasiuk (Misiones, Argentina)  músico y compositor; quien dice que las instituciones educativas miden todo a través de los resultados, pero que todo lo que tiene que ver con el arte no se puede medir, no se puede fragmentar ni se puede pensar. Porque es algo que impacta en el centro emocional de cada ser, entonces como educadores tenemos la responsabilidad de comprender esto, que el niño no es solamente un centro receptor de contenidos conceptuales e intelectuales, sino que es un ser y no solamente lo que nosotros decimos impregna en ellos sino también lo que nosotros sentimos, hacemos y pensamos. 


Sostiene que la música es abrir una puerta hacia otro lugar, y ese lugar  no es conceptual, sino un lugar de “saboreo”. Entonces dice que cuando nosotros nos relacionamos con los niños tenemos que pensar que ellos no están conceptualizando esas impresiones, sino simplemente las están saboreando; y posiblemente ese saboreo sea algo que les dure para toda la vida.Asegura que debemos replantearnos si nuestra mirada del mundo es pobre, o si somos rígidos, o  si somos flexibles, si todavía somos capaces de pensar el mundo de una manera diferente. Además debemos pensar ¿Cómo yo me relaciono con el arte? ¿Qué significa para mí la música, la pintura o la poesía? ¿Hasta dónde eso es parte de mi cotidianeidad? Porque si uno no tiene resuelto ese tipo de interrogantes, el niño va a percibirlo. 


El Chango afirma que en la dificultad está la posibilidad, que entre un mundo revuelto, lleno de basura, están la esperanza, el anhelo, el deseo de querer otra cosa. Y nosotros tenemos que profundizar en la sensibilidad.La música es una oportunidad de reflexión colectiva, y no solamente la música cantada, sino que en la música instrumental también hay un lenguaje. Da un ejemplo de una sala en la que la maestra puso un tema de Spasiuk, y los niños comenzaron a dibujar colores y diversas cosas, entonces explica que hay una sensibilidad que los niños interpretan perfectamente. 


Como adultos debemos romper con esa estructura de que el mundo es así, la institución me dice que es así, los libros me dicen que es así, y hay que hacer el intento de resignificar las cosas y permitirnos incorporar nuevos conocimientos, para mostrarle al niño que uno todavía tiene la capacidad de seguir aprendiendo absolutamente todo.Dice que si nosotros queremos que las cosas cambien, tenemos que pensar hasta dónde somos capaces de cambiar. 


Spasiuk sostiene que los niños, más allá de la música creada especialmente para ellos, pueden escuchar otras cosas como Beethoven, Mozart, porque tienen la capacidad de recibir todo tipo de música. Continúa diciendo que la música y la clase de arte son tan importantes para el niño como para el adulto, y si un niño es sensible, no va a salir a la calle a romper todo, sino que la sensibilidad va a hacer que conecten con el otro, que respeten al otro, y que salgan al mundo de otro modo.  




Quizás con el afán de contar el contenido de la conferencia, ya que me pareció muy interesante, perdí un poco las sensaciones que generaron en mí estas dos personas tan cálidas. Quiero contarles que a medida que avanzaba en sus explicaciones, Elízabeth Burba ejemplificaba el contenido cantando, generando una distención especial en la audiencia, y logrando una emoción absoluta. Por otro lado, el Chango Spasiuk nos hizo reflexionar desde la sensibilidad que transmitía con su palabra, logrando entre ambos un clima maravilloso para pensar y repensar cada tema tratado en la conferencia. 



Muchas gracias, y hasta la próxima entrada 


Marina

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